Fijate que no tenga deformaciones, grietas ni manchas; que su color se vea brillante, liso y homogéneo; que huela parecido a la manteca y al yogur, con algunas notas ácidas (pero nunca muy intensas); y que su textura sea firme pero elástica. Si podés tomar un pedacito entre los dedos, tenés que observar fibras, como si fuera una pechuga de pollo cocida.
Fuente: Lácteos Barraza.