El vino y el queso, una gran pareja


El vino y el queso, una gran pareja
Hay muchísimos quesos y muchísimos vinos y entre ellos deben establecerse relaciones de complemento y armonía para decidir cual será la estrella de la pareja; uno no debería robarle el protagonismo al otro. Por ejemplo, si se tiene un vino caro y excepcional, conviene que el queso no le haga sombra, sólo que acompañe con mesura cada trago y que se estimulen mutuamente; es decir, encontrar el equilibrio.

En las catas profesionales el queso es una figurita difícil, ya que puede encubrir los defectos de los vinos. Para limpiar la boca entre vino y vino conviene tener a mano agua y galletitas neutras, es decir aburridas. El queso y el vino juntos permiten disfrutes intensos, esta dupla ideal reserva para la vida, no para los concursos.

La regla general es que los quesos fuertes duros y picantes deben ser acompañados por vinos tintos recios o estilo oporto, como hacen los ingleses que sirven los quesos y el Oporto, pre-postres. 

Casi todos los quesos blandos, de sabor más delicado, como un Reblochon, un estilo Taleggio italiano o un Camembert muy maduro, resultan mejor con los vinos blancos. Por la textura no pelean con los tintos recios. Se limitan a ser acompañantes discretos o imprescindibles.

Puede experimentar con quesos no demasiados caros y con vinos de precio lógico, para después explorar en ocasiones especiales con otras combinaciones más costosas, casi imposibles, como un auténtico Roquefort con Sauternes o Tokaj. También los quesos azules de cualquier parte del mundo se acompañar con un vino blanco dulce de cosecha tardía para dar una explosión de sabor.

En pocas casas argentinas se sirve el queso después de la comida. Si uno se quedó corto con el menú, un plato de quesos con ensalada verde viene genial. Y sirve para terminar esa misma botella de vino que acompañó la comida. En ese caso habría que elegir el vino adecuado para acompañar al plato y los quesos.

Para vinos tintos con cuerpo y alcohol, vinos rotundos, blends complejos, la compañía ideal son los quesos duros y levemente picantes, como un Parmesano u un Manchego. O algún queso duro y bien estacionado de cabra.

Un Malbec joven y fresco puede andar muy bien con un Gruyère medio picante, o un Emmenthal. Chardonnay con queso azul, Torrrontés y Sauvignon Blanc con quesos de cabra, son algunos ejemplos de acuerdos perfectos y posibles con los quesos y los vinos que tenemos a mano. Si vamos a Francia, a Italia o a España, las elecciones pueden ser infinitas.

Fuente: el gourmet.com
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Maria

03.06.2013

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