Pecaminoso, casi bestial, el Imperial es un postre bien porteño que fue inventado en la Confitería del Molino.
Sí, en la Argentina también inventamos postres de antología como el Imperial Ruso, que nada tiene de ruso y mucho de porteño. Para conocer la génesis del postre hay que remontarse a la Argentina de principios del siglo XIX, donde un inmigrante de origen italiano, Cayetano Brenna, decidió construir la lujosa confitería El Molino en la esquina de Callao y Rivadavia, una oda a la Belle Époque, hoy lamentablemente cerrada y en estado de abandono, aunque no faltan los proyectos para resucitarla.
Una de las creaciones de la casa era un postre tipo torta, alto y goloso, hecho a base de merengue francés y relleno de crema de manteca y almendras. Era uno de las clásicas colaciones que las abuelas llevaban a sus reuniones para tomar el té con las amigas.
¿Y por qué el nombre del postre? Porque la confitería se inauguró en el año de 1917, que fue cuando la revolución bolchevique destronó a los zares de Rusia. Todo el mundo hablaba de ese acontecimiento y lo ruso se puso de moda en todas partes, desde París a Buenos Aires, así que no sorprende que el mismo Brenna haya bautizado a su hipercalórica obra con ese nombre.
Actualmente se puede comer en algunos restaurantes de la “vieja guardia”, como El Greco (que también es confitería) o la panadería La Exposición (sólo por encargo), ubicada en Juncal y Libertad, donde se han tomado la libertad de agregarle dulce de leche.
¿Probaste el Imperial Ruso? Acá te dejamos la receta: https://srecetas.es/receta/postre-imperial
Foto: web