Ya no alcanza con salir a comer afuera. Hoy, sentarse en la mesa también tiene que ser una experiencia. Food raves, kitchen parties y restaurantes pop up. un mundo de salidas foodies.
Desde hace un tiempo, el ambiente gastronómico empezó a diversificarse: brotan comidas étnicas de remotos y desconocidos orígenes en cada esquina, proliferan los mercados orgánicos y las ferias gourmet, los caterings abandonan el canapé, y los cafés no se limitan al viejo y querido tostado. Pero, atención acá, no solo cambió lo que comemos, sino cómo lo comemos: ya no se trata de sentarnos en una mesa frente a un plato sino de vivir una experiencia a través de la comida. Así es como los foodies, hartos de las reglas del restó y del bistró, ahora quieren conocerse, divertirse, charlar. Y si es de comida, tanto mejor. Tomando la sartén por el mango, la comunidad gourmet abre nuevos escenarios a la medida de su gula.
Food Rave: Aunque nacieron en San Francisco, las food raves no son festines explosivos, sino eventos más o menos masivos, más o menos clandestinos, para comensales que se reúnen en sótanos, jardines, casas o estacionamientos. En estas fiestas se forman grupos de lo más heterogéneo: cada uno contribuye con entusiasmo y alguna vianda, la comida funciona como vínculo, y la duración del evento es impredecible.
Restaurantes Pop-up: Como las raves, los pop-up retoman el espíritu de los clubes de cenas europeos, donde quienes no podían permitirse comer afuera en épocas de recesión encontraban un buen consuelo. Hoy, son una tendencia que pisa fuerte.
Recorrido aternativo: Fuudis organiza recorridos temáticos por tres restaurantes de un mismo barrio, para degustar un plato en cada lugar: entrada, principal y postre. El tour dura cerca de tres horas y sale unos $200. Es regla intercambiar compañeros de mesa en los diferentes pasos para que la experiencia sea mucho más que comer.
Fuente: ConexiónBrando. com